Se matriculó en 1906, a los 20 años, en medicina. Hizo una carrera brillante graduándose seis años después en el University College Hospital de Londres, donde fue nombrado Oficial Médico de Urgencias en 1913 y más tarde ese mismo año, fue nombrado Cirujano de Urgencias residente en el Nacional Temperante Hospital.En 1914, establece su consultorio en Harley Street, calle principal de Londres. Él comprobó en su práctica clínica que el mismo remedio o tratamiento para las personas que sufren la misma enfermedad casi no funcionaba y comienzó a pensar que “hay algo más que la enfermedad orgánica” y son las características individuales, la personalidad del enfermo.
Durante la primera guerra mundial fue jefe de una sala de 300 camas para heridos de guerra. Su salud nunca fue muy buena y había sido rechazado para el servicio militar.
Convencido de que la verdadera curación implicaba llegar a las causas profundas, y cada vez más decepcionado de las limitaciones de la medicina ortodoxa, decide explorar la Inmunología, y en 1915 fue nombrado Bacteriólogo Adjunto en el UCH.
En 1917 con serias señales de agotamiento, fue sometido a una cirugía de urgencia donde le extirparon un tumor maligno del intestino y le pronosticaron 3 meses de vida. Esto, lejos de decaerlo, lo llevó a reunir todas sus fuerzas para dedicar a sus investigaciones en el poco tiempo que le quedaba de vida. Se sumergió en su laboratorio sin noción del tiempo, apasionado por sus descubrimientos y convencido de que había algo más que debía encontrar. Pasó el tiempo y en lugar de decaer su estado de salud, él se sentía cada vez mejor hasta recuperarse totalmente con asombro de sus médicos. Y entonces, una vez más él observó que cuando la persona sigue los dictados de su Alma sin permitir la interferencia de consejos de terceros, se produce algo inexplicable que hace desaparecer la enfermedad.
Desde 1919 hasta 1922 pasó al London Homeopathic Hospital donde fue patólogo yIntegra así la homeopatía con sus investigaciones sobre vacunas y desarrolló los Siete Nosodes de Bach, que eran vacunas orales hechas con el procedimiento homeopático a través de bacterias intestinales que purificaban el tracto intestinal, consiguiendo notables efectos sobre diversas enfermedades crónicas. Los resultados fueron brillantes y se usaban en toda Gran Bretaña y gran parte de Europa (hasta ahora los nosodes son usados por algunos médicos homeópatas y gastroenterólogos). El Dr. Bach adquiría gran prestigio y publicaba sus investigaciones en las más importantes revistas médicas de la época. Aún así, él no estaba satisfecho con los nosodes. No le gustaba el hecho de que se basaban en bacterias y quería que sus componentes fueran más suaves, como las plantas.
bacteriólogo, allí llegó a él, el “Organon del arte de curar” del Dr. Hahnemann, creador de la Homeopatía 150 años atrás, y se maravilló y sorprendió de encontrar que sus observaciones ya habían sido estudiadas y postuladas por un gran médico que valoraba como base ineludible la personalidad del individuo enfermo y no la enfermedad.
En 1928, durante una fiesta en la que se aburría, comenzó a observar las diferentes personalidades de los presentes y tuvo la gran certeza de que podía agruparlos en siete grupos. Se retiró tempranamente para meditar sobre estas observaciones. Llegó a la conclusión de que cada grupo reaccionaría de modo diferente a la enfermedad.
En un paseo por los campos de Gales (de donde eran oriundos sus padres y de donde heredó su gran sensibilidad y amor por la naturaleza), encontró dos flores silvestres Mimulus e Impatiens y las preparó como hacía con sus vacunas, recetándoselas a sus pacientes según la personalidad, obteniendo los resultados esperados. Más tarde encontró a Clematis e hizo lo mismo y éste fue el comienzo de un sistema curativo completamente nuevo: la Terapia Floral.
En 1930, a la edad de 43 años decidió cerrar su exitoso consultorio en Londres y se estableció en Cromer, en la costa de Norfolk, más en contacto con la naturaleza, y continúo sus investigaciones con el hallazgo de más flores. Un día observando las gotas de rocío sobre los pétalos de las flores, pensó que éste por acción del sol, tendría las mismas propiedades curativas que la flor sobre la que estaba y así comenzó a juntar las gotas de rocío para administrarles a sus pacientes, obteniendo iguales resultados que en la forma de vacunas. Era muy complicado juntar las gotas de rocío, así que juntó agua pura de un manantial en un bol de cristal y dentro colocó las flores y dejó el recipiente tres o cuatros horas al sol para que éste ayudara a transferir las propiedades de la flor al agua, luego lo filtraba y lo envasaba con un poco de brandy como conservante, y esto constituía la esencia “Madre”, base para la preparación de los concentrados. Los resultados obtenidos eran muy satisfactorios. Ya había encontrado un método eficaz y sencillo y cada vez que sus investigaciones avanzaban se sentía más satisfecho. Comenzó él mismo a padecer angustiosos estados mentales y emocionales hasta encontrar la flor que lo curaba.
El método SOLAR es el descripto, pero había plantas que florecían en invierno cuando el sol era muy débil para éstas plantas desarrolló el método de EBULLICIÖN, donde las flores eran recogidas de la misma manera pero después eran hervidas en la misma agua y se filtraban varias veces y luego se envasaban.
En 1931 publicó “CURESE USTED MISMO” cuyo título original era “SALGAMOS AL SOL”, pero la editora aconsejó el otro título. El cual continúa publicándose hasta la fecha.
Continuaba trabajando, escribiendo y atendiendo pacientes en Sotwell y Londres, atendiendo a los pobres sin cobrar honorarios, dando conferencias y publicando sus trabajos. Sus recursos económicos eran cada vez más escasos, en 1934 decidió mudarse a una humilde casa que alquiló en Mount Vernon, donde él mismo hizo sus propios muebles y que hoy todavía se conservan intactos en el Centro Dr. Edward Bach. Cuando encontró las 38 flores y desarrolló el Rescue Remedy, supo que su tarea estaba cumplida, esto era a fines de 1935.
Dejó todas las instrucciones a sus dos fieles colaboradores Nora Weeks y Victor Bullen y a colegas de confianza para que siguieran adelante, dejando claro que debía mantenerse la sencillez del sistema.
Una noche de noviembre de 1936, dejó este plano mientras dormía apaciblemente, sin sufrimiento, y contento de haber cumplido su tarea.
